COMO QUIEN PIERDE UNA ESTRELLA/Sonia Escoto












Pajaritos, aviones, nubes, basura, luces de reflectores que buscan atraer la atención de los compradores o un globo en forma de corazón que se le escapó de las manos a algún enamorado, son objetos que regularmente se ven en el cielo pero no detienen a ninguna persona a observarlo, la pregunta sería entonces, ¿qué es lo que hizo voltear al cielo tapatío el pasado 4 de noviembre a un grupo de personas en Plaza de la Republica justo a las 8:40 p.m.?




En realidad no se notaba nada fuera de lo común, algunas personas se encontraban desmontando los acostumbrados puestecitos de antigüedades que se ponen a lo largo de la calle en los que vendían cachivaches antiguos y uno que otro articulo inservible, fuera de eso no se veía un numero generoso de personas esperando por un espectáculo interesante y diferente en Plaza de la Republica, (digo, hablando de una actividad en domingo y sin cuota por mirar se esperaría una multitud). Justo frente al pilar que corresponde al estado de Baja California Norte habían dos tanques pequeños de gas helio, una cubeta de plástico roja llena de tubitos de neon de colores, una silla de ruedas con una mochila colgando de ella y un hilo azul grueso del que pendían apenas ocho globos transparentes amarados entre si formando un ramillete flotando en el aire por el helio con el que fueron inflados.



Rodrigo Cortes, como parte de su proyecto HELIUM07 que ha venido desarrollando en diferentes países desde el año 2005 con diferentes intervenciones como elevar una cama inflable, una escalera y ahora un montón de globos, muestra como hacer arte con su materia prima: helio.

Con una notable calma Cortes infla y acomoda los globos, actividad que interrumpe cada que algún curioso (y por supuesto desinformado espectador) preguntaba que es lo que hacia y si de verdad prenderían muchas “lucecitas” cuando volaran los globos. Después de unos minutos en donde las personas y el viento permitieron tomar ritmo para la inflada de los globos, Rodrigo acomodaba racimos de globos con una distancia entre ellos y unos tres o cuatro tubos de neon para iluminar cada grupo. El neon que se encontraba en los globos eran de color verde, morado, amarillo, rosa y azul, resaltando este ultimo por sobre todos los demás.



La situación se puso más dinámica en el momento que el publico (un grupo de personas que llegamos puntuales a la cita y que no pasábamos de las 20 personas) comenzó a formar parte de la intervención de Cortes, al permitir el artista a quien así lo deseara ayudar a poner unos globos largos que no llevarían neon, sino que solo darían cuerpo al objeto volador.



Después de dos horas con quince minutos, y soportar un frió que te helaba hasta los huesos, Rodrigo decidió que la obra estaba terminada y que era momento de hacer las maniobras necesarias para estudiar la dirección del viento y así poder soltar la tira de globos para poder “pintar la noche” parafraseando sus palabras.



Con la obra de arte en una mano y con la otra midiendo el viento, Rodrigo dio unas tres vuelas a la plaza para poder ver el recorrido de los globos…hecha esta observación, a la cuenta de tres y con una sonrisa en la cara de los espectadores, Rodrigo abrió su mano y soltó lo que sostenía en ella; elevándose los globos de una manera rápida y al frente. La intervención permitió verse por poco menos de tres segundos ya que el neón era casi imperceptible y el viento presente no permitió una buena observación de la obra.


Con un aplauso y una evidente decepción (por el poco brillo del neon y el sentimiento de haber trabajado tanto por tampoco) las personas se fueron retirando dejando a un casi solo artista al centro de la plaza. No quedó más que agradecer a las personas que ahí quedábamos y ofrecernos como souvenir una lucecita de neon que no alcanzó a ser colocada en la obra.



Cabe resaltar que el joven artista que por cierto no lo es de profesión si no de corazón, termino con un poco mas de espectadores que con los que había comenzado, los que permanecimos fieles al proceso, vimos el cambio de apenas un pequeño grupo de globos a una enorme tira que media sin temor a equivocarme unos 10 metros de largo.



En realidad, el concepto no me pareció para nada malo, al contrario, el hecho de ver una obra que por entendido seria efímera pero muy luminosa, en un contexto cotidiano como lo fue una de las calles de Guadalajara, ver el proceso de un artista trabajando en vivo, y una “estrella” enorme volar ante mis ojos iluminando la ciudad resultaba atractivo, pero en realidad el hecho de estar a prueba y error con una presión si así le podemos llamar de un publico en vivo y utilizando material con el cual no se esta familiarizado (neon), son los ingredientes para hacer de este espectáculo de arte uno muy flojo con una pizca de decepción y un mucho de aburrimiento. Al final de la noche nos quedamos con una idea genial para intervenir el cielo y demasiadas expectativas… las cuales no se lograron satisfacer.

HELIUM07/ Rodrigo Cortes

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