"¡ten cuidado! es una antigüedad"


Ser joven no siempre es ventaja, mucho menos cuando se convierte en el primer prejuicio de un vendedor de antigüedades. Quizá con una barba y bigote tupido, boina, pipa sin tabaco, unatuendo estrafalario y treinta años más, me hubieran echo caso, por lo menos tomado enserio.

Pues ¿qué puedo saber yo de antigüedades si apenas tengo poco más de dos décadas de vida?

Tres galerías de antigüedades visitadas, ninguna me tomó con seriedad, más bien yo era peligroso en la tienda (como si conocieran mi torpeza y distracción para tirar cosas frágiles). Pregunté con seguridad: “¿cuánto vale esta pintura? (de estilo virreinal y firmada en 1958) respondían en una afrenta: “treinta y cinco mil pesos”.

Para calcular el nivel de soberbia le pregunté: “y ¿a qué se debe el valor? ¿cómo sabes que esta pintura vieja, no la hizo alguien la semana pasada, para que parezca antigua?”. El señor inclinó su cabeza, bajó sus lentes a la punta de la nariz y me miró por el espacio que queda entre la parte baja de las frente y encima de los lentes, esa mirada de desprecio. Y me dijo: “a muchos factores (sin decirme cuales), los materiales no pueden ocultar la edad, hay gente que los entierra para que parezcan viejos, sólo echan a perder las piezas”.

No quise preguntar más, miraba en silencio, con detenimiento y sin asombro, creó que eso le molestaba más. Él me vigilaba como quien pone toda su atención y aparenta estar haciendo otra cosa.

Cristalería detallada al extremo, muebles rústicos (entre más grandes y atascados de adornos más caros), oleos románticos (la réplica en dimensiones de la mona-lisa, ¿quizá es la robada? O ¿será que la verdadera mona-lisa es la que está en todas las casas del mundo?), sillas viejas, mucha porcelana china, tocadores, un reloj como el que hay en casa de mi abuela, esos que cada hora despiertan a la colonia, muchas piezas en bronce, intentos de estatuas de mármol, el mejor de todos sin duda por ser la impresión inborrable y más desagradable, un enorme cristo crucificado.

Tenerlo en un espacio tan pequeño y verlo tan de cerca es más peor aún que verlo en el templo todos los domingos , en verdad esa es una obra de arte, ¿cómo metió semejante cristote en su tiendita? Ese sí es un desafío total, el cristo totalmente cubierto de polvo, en una posición inclinada hacia la izquierda como si se fuera a caerse de la cruz.

Lo más interesante es el celo de los galeros de antigüedades para escoger sus piezas (en una galería el señor sólo atiende con cita, tiene a la vista pero cerrada, te atiende si vas a comprar, nada más), a diferencia de un museo, la obra de arte de un galero de antigüedades es en sí la suma de sus obras escogidas.

La lección es: ni conservando y atesorando piezas del pasado puedes escapar del cambio. El tiempo es el valor de sus piezas. Conocen la dinámica a la perfección y si entras a la galería piensas que es inmutable, inamovible, más su galería no es estática, mañana llegarán nuevas-viejas piezas, se venderán otras y la tienda no será la misma de ayer.

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